martes, 1 de mayo de 2007

El principe valiente


Está en tercera posición dentro de la linea de sucesión a la corona británica. Hasta el momento, sus mayores aportaciones a la historia son ciertos escarceos con el alcohol, un par de partidos de polo y un disfraz de nazi que dio alas a la prensa inglesa durante meses. Aparentemente no reinará gracias al cielo, porque, por lo poco que se sabe de él, muy listo no parece. Sí, es joven, la testosterona le chorrea por las orejas y todos hemos hecho cosas poco recomendables, pero, claro, él vive en un palacio, no madruga, no tiene hipoteca y, lo que se dice, con el sudor de su frente, me da que no se gana el pan. Más bien con el de los demás.


Por eso, cuando la vida te bendice (o te maldice, según se vea) con una corona o con un título como "príncipe", todo cuenta, todo se analiza y cualquier decisión que tomes, desde el disfraz que usarás en tu fiesta o los copazo que te endosarás el viernes, debe estar medida al milímetro, porque no es Harry el que sale en la prensa sopesándole las tetas a su compañera de mesa sino el que, quién sabe, representará a sesenta millones de británicos algún día o, si no lo hace, el hijo o el hermano del que lo hará, que para el caso es lo mismo.

En consecuencia, la idea que se le ha puesto al niño en las narices de ir a pegar tiros a Irak es cuanto menos, imbécil y, si se produce, más vale que nadie haga ni caso a sus deseos de acción y lo encierren en un bunker durante el semestre que andará pululando por allí. Porque como alguno de los centenares de comandos chiies que ya andan como locos planeando su secuestro lo pillen por banda, el impacto mediático que tendría el hecho es incalculable. Eso sin contar la moneda de cambio con la que se harían o el efecto que causaría su ejecución si llega el caso ( y a éstos tíos no le temblaría el pulso si hay que hacerlo). Por si fuera poco y, precisamente, para intentar evitar que culquiera de estas circunstancias se produzca, el principe valiente viajará a Basora (no había otro sitio, parece) con una unidad especial que lo protegerá día y noche. O, dicho en otras palabras, que se jugará día y noche la vida para que el niño pueda dirigir la unidad de exploración que le han asignado y cuyos miembros deben andar con el escroto comprimido.
Más le valdría a este muchacho dejarse de chorradas y centrarse un poco en el papel que, para bien o para mal, le ha tocado interpretar. Y si quiere acción, que se compre una Play Station.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Discrepo mogollón.

Que los miembros de la corona se impliquen en algo que no sea su autocomplecencia, y que tengan más miras que reproducirse me parece positivo aunque sea al tiempo un divertimento.

Que quiera ir a la guerra donde están sus compatriotas me parece más meritorio que navegar en yate, qué quiere que le diga.

JM

Tarquin Winot dijo...

Entre ir rascándose el escroto en un yate y hacer el moñas en un territorio en guerra poniendo en peligro a todos los que te rodean, existen términos medios, mi estimado anónimo. Y en todo caso, a él no le corresponden esas tareas.¡Que se aliste la Reina! ¡Que para eso la pagan!